Una breve biografía
Roberto Garcia Lopez ha sido el Diseñador Gráfico Creativo de Anuncios Diana y Gráficas Urania durante casi 30 años.
Es amante de las montañas, el aire libre...
Ahora se dedica en cuerpo y alma al arte: pintar y tallar piedras... y cualquier otro medio de estar en contacto con la belleza.
No es que antes no pintase, lleva pintando desde los seis años. Sin embargo ahora ha tenido la suerte, oportunidad providencial, de poder entregarse a la creación artística.
"He descubierto la potencia de la piedra y no las quiero usar, sino admirar, contemplar, trato cada una como una obra de arte de la erosión, evolución en el tiempo, rodar y rodar ha sido su existencia, se han partido, han rodado, algunas han llegado a los rios, otras a un valle o un arroyo, han ido tomando formas distintas, muchas han sido trabajadas y usadas como herramientas por los hombres durante miles y miles de años, y luego fueron dejadas de usar, paseamos por las montañas y casi nadie las hace caso, son un guijarro vulgar para casi todos.
Yo veo en cada piedra del camino una historia esculpida en piedra de cientos, de miles de años. Son seres vivos de alguna manera y así los quiero tratar yo. Si tomo de un arroyo una piedra y la llevo a mi estudio-taller, la limpio de polvo y añadidos, del barro milenario endurecido, tiene una forma única, no hay dos piedras iguales, ha perdido ya gran cantidad de materia, el agua la ha trabajado, el viento, si llegó al mar, fue pulida por las olas y la arena. Tiene unas vetas de otro material distinto y de otro color que las visten de elegancia, las adornan...
Todos me dicen que tengo un estilo único. Cuando tengo que encasillar mis obras en un estilo, no suelo encontrar el adecuado.
En mi afán de ayudar con el arte a contemplar la belleza y recuperar el sentido del arte he creado un nuevo concepto: las "esculturas acariciables". Lo de tallar piedra siempre me atrajo, pero nunca tuve oportunidad de adentrarme en este mundo maravilloso."
El viejo camión abandonado
Un viejo camión es el símbolo del hombre oxidado por las
noches que ha dormido a la intemperie.
Desconchones y arrugas nos cuentan momentos difíciles.
Su viejo motor, ya inservible, lo es porque arrancó un millón de veces,
siempre que fue necesario para hacer un servicio.
Nunca se quejó por lo temprano, ni por la lluvia, ni por la helada.
Por eso ahora descansa, hermoso a nuestros ojos y nos dice, calladamente,
como aquél de Tarso, "he recorrido el camino, he alcanzado la meta..."